jueves, 23 de febrero de 2012

RESCATE CANINO EN EL CAÑÓN DEL NERVIÓN. Délika-Amurrio (ALAVA)

Gracias a las informaciones de un buen amigo me he enterado de un curioso rescate en el "Cañón del Nervión". El Grupo de Rescate de la Ertzaintza (Policía Autonómica Vasca) ha podido rescatar vivo a un perro cayó por el acantilado.
Hace unos pocos días mostraba una serie de fotos de este extraordinario lugar completamente helado. Los rescatadores tuvieron que descender por la ladera unos 180 m para poder rescatar al perro, que por fortuna no había sufrido heridas graves.

La noticia completa:

No sin mi 'Rufo'

Los equipos del grupo de montaña de la Brigada Móvil de la Ertzaintza rescatan a un perro que se había precipitado por un barranco de más de 180 metros en el salto del Nervión, en Orduña; el animal no sufrió heridas
SHAILA P. RODRÍGUEZ - Domingo, 19 de Febrero de 2012 - Actualizado a las 05:39h

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Cristina abraza a 'Rufo' acompañada por uno de los ertzainas.
Cristina abraza a 'Rufo' acompañada por uno de los ertzainas. (Deia)
BILBAO
RUFO es juguetón, cariñoso y muy sociable. Es un teckel de apenas un año y tres meses. El pasado domingo fue con su dueña, Cristina, y unos amigos, tanto humanos como caninos, de excursión al nacimiento del Nervión, un espectacular salto de agua de 270 metros de altura, que se puede observar desde el mirador del mismo nombre, construido en el puerto de Orduña. Todo era perfecto. A pesar del frío, el día estaba claro. Las jornadas previas había nevado con fuerza y el paisaje estaba blanco debido a la ola de frío siberiana; sin embargo, la alerta había sido desactivada y el grupo estaba dispuesto a pasar de un magnifico día de montaña. Todo era calma y relax. Las mascotas correteaban mientras sus dueños las observaban y todos disfrutaban de la naturaleza, de las impresionantes vistas, del aire puro y de la nieve. Entonces, la diversión se tornó en pesadilla, sobre todo para Cristina y para su perro Rufo.
Eran cerca de las tres de la tarde cuando el grupo paseaba por el desfiladero de Delika. Acababan de estar en uno de los miradores observando la caída de agua y se dirigían al siguiente por una senda que indicaba su ubicación. Mientras caminaban hacia el siguiente mirador, una cabra apreció en medio del camino. Emocionado por el descubrimiento de un nuevo animal, Rufo corrió hacia la chiva. Corrió tan rápido y con tanta fuerza que el arnés con el que estaba atado se deslizó por su cuerpo alargado, liberándose de la correa que lo ataba. Al ver que iba hacia ella, la cabra descendió hábil por el barranco yRufo, tal vez víctima de su juventud e inexperiencia, la siguió. La chiva hizo un quiebro y volvió a subir al camino, sin embargo, el perro cayó unos 180 metros barranco abajo. "Como estaba atado, no me preocupé cuando salió corriendo, pero al ver que se soltaba y que se caía me quedé helada. Fue un disgusto tremendo", comenta Cristina.
Víctima del pánico -un hombre conocedor del entorno les aseguró que era imposible descender hasta donde se encontraba el animal y que moriría de frío en unas horas-, la joven alertó al 112 de SOS Deiak. "En ese momento se me pasó de todo por la cabeza, incluso, tratar de bajar yo misma a por él; pero no veía por dónde y no sabía qué más hacer. Yo no podía dejar a Rufo ahí porque es uno más de la familia", resume Cristina.
Los técnicos de salvamento avisaron al parque de Bomberos de Llodio, así como a los guardias del parque natural que acudieron al lugar para tratar de auxiliar al can. A pesar de que varias dotaciones de bomberos accedieron al lugar, no pudieron hacer nada por el animal. "El rescate era complejo y peligroso. Los bomberos no tenían los medios suficientes para bajar hasta donde estaba el perro y prefirieron no arriesgarse", añade la joven.
EL RESCATE Ante la falta de medios de los bomberos para rescatar al animal, los técnicos de SOS Deiak decidieron avisar al grupo de rescate de montaña de la Brigada Móvil de la Ertzaintza que desplazó hasta el lugar dos vehículos con cinco agentes. Después de una primera inspección, los ertzainas se reunieron para ver cómo podían encarar la situación. Y se dirigieron a Cristina: "Vamos a bajar a por el perro. En principio parece que no tiene mayor complicación". La joven rompió a llorar en una mezcla de tensión y agradecimiento.
"En ese momento no pensaba en si me iban a cobrar o no por el rescate. Lo único que quería era que sacaran a Rufo de ahí", reconoce la dueña. Y es que, eran ya cerca de las 19.00 horas, el sol comenzaba a esconderse y la temperatura rondaba los menos tres grados. "Fueron fantásticos. Se lo agradeceré toda la vida", afirma Cristina.
El equipo de rescatadores se movilizó rápidamente, recogió el material necesario, montó el dispositivo y uno de los agentes descendió los 180 metros hasta el saliente donde Rufo esperaba atrapado, inmóvil por el miedo. "El pobre no podía moverse, solo ladraba y lloraba cuando nos oía. Me dijeron que tuvo mucha suerte porque si se hubiera caído dos centímetros para un lado o para el otro habría caído hasta el fondo del barranco", explica Cristina. Al llegar arriba, Rufo era todo alegría. "Él está bien. Creo que el trauma me quedará a mí porque me llevé un disgusto enorme, pasé mucho miedo y mucha impotencia", señala Cristina, quien confiesa que al día siguiente no pudo moverse de las agujetas provocadas por la tensión. Ambos se recuperan de la experiencia sufrida y, por el momento, "se acabaron las excursiones al monte", reconoce Cristina.