sábado, 26 de noviembre de 2011

CARPETAZO FINAL A UN "CSI ESPELEOLÓGICO"

LOS ASESINOS DE UN VECINO DE ERANDIO (BIzkaia), AL CUAL ARROJARON  A UNA SIMA, SE ENFRENTAN A PENAS DE MÁS 64 AÑOS DE CÁRCEL.
Acabaron con su vida a golpes. Llegaron a fracturarle el cráneo con un martillo de bola. Mientras dos de los agresores le golpeaban, otro cómplice hacía ruido con una rotaflex para que sus gritos no se escucharan. Tras matarle, le robaron los 400 euros que llevaba encima, pagaron con este dinero una comida y por la noche arrojaron su cadáver a una sima en Azkoitia. La Fiscalía pide penas que suman 64 años de prisión para los tres individuos que presuntamente cometieron el delito.
El caso se conoce como el 'crimen de la sima'. Se perpetró en junio de 2009, si bien los hechos no se conocieron hasta un mes después. El cadáver fue descubierto por tres espeleólogos catalanes en el interior de la cavidad Bide Gorri, próxima al alto de Azkarate, en la localidad guipuzcoana de Azpeitia. El cuerpo se hallaba a unos noventa metros de profundidad envuelto en unas mantas.
La víctima era Ignacio Pascual Hernández, de 64 años, vecino de Erandio y apodado 'Demonio'. Los acusados son dos vecinos de Elgoibar -Felipe R.A., de 42 años, y Juan Carlos F.D., de 47-, y Óscar D.C., de 35 años, presunto inductor de los hechos y natural del municipio vizcaíno de Gorliz. El móvil fue un ajuste de cuentas por drogas.
Según el escrito de acusación de la Fiscalía de Gipuzkoa, los tres individuos quedaron el 12 de junio de 2009 con la víctima para que les entregara una cantidad de dinero, toda vez que el presunto cabecilla del grupo atravesaba por dificultades económicas. Los inculpados convencieron al fallecido para que se desplazara hasta Elgoibar, donde según le dijeron, iban a cerrar un operación de droga. Una vez en el municipio guipuzcoano condujeron a la víctima hasta la sede de la empresa Speedline, propiedad de Felipe R.A. El inductor del crimen habría manifestado a éste, a quien conocía de anteriores actividades relacionadas con la venta de estupefacientes, su intención de acabar con la vida de Ignacio Pascual. Felipe, no obstante, se había opuesto a tomar parte en el plan. No obstante, ante la insistencia de Óscar D., habría accedido a darle una paliza.
Encerrona
El día del crimen, el cabecilla viajó desde Vizcaya hasta Elgoibar con Ignacio Pascual. Por la mañana, llegaron a la nave industrial de la localidad, en cuyo interior se encontraban los otros dos encausados. Fue una encerrona. Una vez dentro, mientras tomaban una cerveza, Óscar D. propinó de manera sorpresiva un empujón a la víctima, que quedó colgada de la barandilla que daba acceso al sótano. Seguidamente, cogió una bombona de gas para sopletes y le asestó un golpe en la cabeza. A continuación, se hizo con un martillo de bola y le dio varios golpes más. Ignacio Pascual murió allí mismo.
Mientras le mataban, el tercero de los acusados -Carlos F.D. y trabajador de la empresa-, cortaba tubos con una rotaflex para evitar que los gritos de la víctima se escucharan en el exterior. Acto seguido, para ocultar todo rastro, arrojaron un bote de pintura sobre la sangre. Seguidamente, cubrieron la cabeza de Ignacio Pascual con una bolsa de basura y envolvieron el cuerpo con tres mantas ignífugas, que a su vez ataron con bridas de electricista, según precisa la Fiscalía.
Antes de ocultar el cuerpo, los acusados le quitaron la cartera y le sustrajeron el dinero que portaba, unos 400 euros. Seguidamente, cargaron el cadáver en una furgoneta Renault Traffic propiedad del dueño del taller y se desplazaron hasta la sima de Azkoitia con la intención de desprenderse del cuerpo. Sin embargo, una vez allí decidieron arrojarlo más tarde, «ya que era de día y alguien podía verles», precisa el Ministerio Público.
Los tres inculpados decidieron entonces irse a comer al bar Bodegón de Elgoibar, donde se repartieron el dinero que habían sustraído al fallecido y con el resto pagaron la comida. Después, hicieron tiempo a que se hiciera de noche para deshacerse del cadáver. La investigación policial permitió conocer que la idea de arrojar el cuerpo en la sima Bide Gorri de Azkoitia fue proporcionada por el trabajador implicado. Su afición a recoger setas hacía que fuera un buen conocedor de la zona donde se localiza la cavidad natural.
Los inculpados utilizaron para el traslado dos coches. Uno, un Audi A-4, propiedad del dueño del taller, hizo las veces de lanzadera, mientras que en la furgoneta, también suya, transportaron el cadáver. Una vez en la sima, los acusados dejaron caer el cuerpo de Ignacio Pascual al vacío.
El cuerpo fue hallado el 6 de agosto por tres espeleólogos catalanes. La posterior investigación de la Erzaintza permitió detener a los tres sospechosos. En el marco de esta operación, la Policía halló en el domicilio del dueño del taller más de 600 gramos de anfetamina así como una pistola inutilizada.
La Fiscalía imputada a los tres acusados sendos delitos de asesinato y robo con violencia. De esta manera, solicita para el presunto inductor 23 años de prisión, mientras que para el empresario de Elgoibar reclama 21 años y para el empleado, uno menos, 20 años.